Por Oscar Miguel Rivera Hernández | 06 de marzo de 2025
Donald Trump juega con los aranceles como si fueran fichas de un tablero de ajedrez. Primero anuncia que impondrá un 25% de impuestos a los productos mexicanos que ingresan a Estados Unidos. Luego, tras una llamada con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, decide posponer la medida. Esta es la segunda vez que lo hace. Nos da un mes de gracia, como si se tratara de una concesión. Pero en realidad, lo que hace es manipular la economía de México y Canadá con amenazas que generan incertidumbre.
La presidenta de México ha demostrado que sabe jugar en este tablero complicado. A diferencia de otros líderes mundiales, que han sido humillados por Trump, Sheinbaum logró una victoria política.
No es un logro menor. Zelenski, el presidente de Ucrania, ha sido ignorado y tratado con desdén por Trump. Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá, ha sido insultado en público y en privado. Pero con Sheinbaum, Trump ha tenido que mostrar respeto. ¿Por qué? Porque ella es una presidenta legítima, con un respaldo popular enorme, con estrategia y con dignidad.
Lo que está pasando no es solo un juego político. Es un momento clave para la economía de México. Dependemos en gran medida de Estados Unidos, y Trump lo sabe. Su estrategia es generar inestabilidad para presionar a nuestro país y a Canadá. Sin embargo, esto también nos da la oportunidad de reflexionar sobre nuestra situación. No podemos seguir dependiendo tanto de Estados Unidos. Es hora de fortalecer nuestra autosuficiencia.

Canadá ya ha comenzado a tomar medidas. Su gobierno está impulsando un plan para reducir su dependencia comercial de Estados Unidos. Actualmente, el 75% de sus exportaciones van a ese país, pero quieren bajar esa cifra al 50%. Para lograrlo, han diseñado una estrategia basada en seis pilares: modernización de infraestructuras, lanzamiento de nuevos emprendimientos, inversión en investigación y desarrollo, apoyo a pequeñas y medianas empresas, fortalecimiento de la seguridad y defensa, y colaboración con aliados democráticos. Este es un proyecto ambicioso que llevará al menos una década en consolidarse, pero que tiene un objetivo claro: evitar que la economía canadiense dependa de las decisiones impulsivas de Donald Trump.
México debería seguir un camino similar. No se trata de romper relaciones con Estados Unidos, sino de diversificarlas. Debemos impulsar el consumo local, fortalecer nuestra industria y reducir la importación de productos estadounidenses. Nuestro país tiene el potencial para producir lo que necesitamos, sin depender tanto de decisiones políticas ajenas. La autosuficiencia energética y alimentaria debe ser una prioridad.
Además, es el momento de acelerar ciertos proyectos estratégicos. La inversión en infraestructura, el desarrollo tecnológico y la promoción de pequeñas y medianas empresas pueden ser la clave para fortalecer nuestra economía. Si aprovechamos esta coyuntura para impulsar la producción nacional, en el futuro podríamos estar menos expuestos a los caprichos de los políticos estadounidenses.
El problema con Trump es que su palabra no tiene peso. Hoy nos da un mes de gracia, pero ¿qué pasará después? Puede decidir imponer los aranceles de un día para otro. No es la primera vez que lo hace. Su estrategia es jugar con la incertidumbre para forzar concesiones. No podemos caer en su juego. México debe tomar medidas ahora para evitar que en el futuro nuestras industrias y nuestros trabajadores sean los que paguen el precio de sus decisiones arbitrarias.
Claudia Sheinbaum ha demostrado que puede enfrentar a Trump y defender los intereses de México con dignidad. Pero el país no puede depender solo de la habilidad de su presidenta. Necesitamos un plan de largo plazo que nos permita resistir los embates de cualquier presidente estadounidense, sea Trump u otro. Canadá ya entendió la lección y está trabajando en diversificarse. Es momento de que México haga lo mismo.
El respeto que Trump ha mostrado hacia Sheinbaum no es un regalo. Es el reconocimiento de que México tiene una líder fuerte, con legitimidad y con respaldo popular. Pero la economía no se basa en respeto, sino en hechos. Y los hechos nos dicen que necesitamos diversificar nuestras relaciones comerciales y fortalecer nuestra autonomía. Solo así podremos garantizar que nuestro país no quede a merced de las decisiones de un presidente extranjero.
Donald Trump puede seguir con su juego de aranceles. Pero México tiene la oportunidad de salir fortalecido si toma las decisiones correctas ahora. Es momento de dejar de depender tanto de Estados Unidos y construir un futuro más seguro y estable para todos.