Elba Gómez Orozco | 19 de abril de 2024
Tepatitlán de Morelos.- En esta jungla también se cierran ciclos. Unos naturales como la vida de cada uno de sus elementos, cada organismo nace, crece, se reproduce y muere. Los otros ciclos, los que no son naturales que son reglamentados y creados para su observancia, son los que hacen que en esta selva, la vida, como en la canción de José Alfredo Jiménez, no valga nada. Y en uno de esos episodios en el que está metida esta comunidad salvaje, es un ciclo que inventaron pasandito el movimiento woke que las jirafas y los manatíes iniciaron. Bueno, el caso es que dicen que debemos tener un líder que nos represente a todos y pues, en esas andamos porque como dije, los ciclos cierran y al mandatario actual ya se le está acabando el boleto, y como que se le ven ganas de convertirse en uno de esos gorilas mandamases totalitaristas que tanto admira; y no vaya siendo que se la crea. Y para espantar esas aves de mal agüero, hubo en días pasados una reunión en el Charco de los Hipopótamos, que es territorio neutral y en consenso se llegó al acuerdo de escoger a tres candidatos para que de ahí saliera el ganado y que ocuparía el trono de mazapán de esta nuestra República de Bestiatitlán.
Los de la parte Norte de la selva propusieron a una simpática delfín hembra que algunas veces se disfraza de dinosaurio y otras de matrona otomí, siempre sonriente, bonachona y dicharachera esquiva las flechas de tirios y troyanos, tiene la piel gruesa como los de su especie, dice que todo se le resbala, aferrados en el lomo arrastra como rémoras a un zorro y a un tejón azul, mañosos y pendencieros ambos, ella piensa que tal vez no gane la contienda, y quizá tenga razón, sus oponentes le meten zancadilla, pero lo contrarresta arropada en el partido de Dios, porque dicen que es la buena, ellos le endilgan todas las virtudes de un cristero en capilla. La candidata dice divertirse mucho, y que andar conociendo y nadando en todos los estanques del territorio también es jugar a la democracia. Los del Centro, muy dados a los excesos y a las francachelas, esos no toman en serio eso de la ciencia y el arte de gobernar, para ellos eso de la gobernanza es de estructuras viejas y caducas, según su filosofía todo debe ser nuevo: fiesta, futbol, baile, chelas y tendencias en TikTok y Spotify, pues bien, ellos presentaron como candidato a un chango muy mono, de boca más grande que las del común de los de su especie, que siempre está enseñando los dientes asemejando una sonrisa grotesca y echando saltos en bailes y contorsiones exóticas. Los del Sur no tuvieron mucho trabajo en encontrar a su elegida, porque el viejo Hiena Macho que ostenta cetro y poder del país, ya había corcholateado exprofeso a una lagartija corriosa, tiesa, y de tendencias marxistas.
Y así, con estas tres propuestas caminamos los difíciles senderos de la política en esta república. Sabedores de que si nos apendejamos nos lleva la culebra. Ni perro que nos ladre nos va a quedar si erramos al votar por la opción equivocada. Porque ni a cuál irle, los tres nos ven como Dios a los conejos: chiquititos y orejones. Pero sea fuere, el gran búho que es nuestro consejero espiritual, junto con el tiburón chimuelo que es el chamán de la comunidad, idearon enfrentarlos en un debate de contraste de ideas, todo para que pudiéramos apreciar cuál de las tres opciones nos convenía. Y que se arma el gran espectáculo. Lagartija, Delfina y Chango presentárose con sus mejores galas, digo, poco nos importaría que no llegaran emperijollados, pero pues dicen que así son las reglas, nada de desfiguros porque la Liga de la Decencia Pavorrealesca los puede bajar de la contienda por impúdicos. Llegaron uno detrás de otro cual cabras monteando el cerro, formaditos a tomar el lugar que la señora Pumbine les había señalado. A decir verdad, todo estaba a media luz y de principio no se sabía quién era cuál, por eso de que dicen que de noche todos los burros son pardos.
Estábamos reunidos esperando el gran evento, habitantes del Norte, el Centro y el Sur no cabíamos en el claro del Bosque del Venado donde fue el llamado “ejercicio democrático”. Había algarabía en unos, descontento y enojo en otros, y en la mayoría, expectativa. Los moderadores llamaron a serenar los ánimos, pero las guacamayas en gran alboroto no cerraban el pico, los monos araña brincaban de un árbol a otro entre chillidos, los perros y gatos se enfrascaron en interminable gresca, el cocodrilo lloraba y lloraba por una puerquita que se había tragado, una monita se acomodaba su crinolina de seda, los elefantes barritaban creyendo estar en Tailandia; y así todo era un caos, también entre los otros ciudadanos animales.
Se encendieron las luces y pudimos ver a los tres contendientes en todo su esplendor. Chango sonreía todo el tiempo, su discurso intrascendente se perdía en el limbo esquirolesco, con la boca seca, a veces bebía de algún líquido espirituoso que traía en un termo del color de los tigres, Delfina se veía como gallo en corral ajeno, desdibujada y nerviosa. Esperábamos que como mantarraya atrapando plancton, envolviera a los otros dos contendientes y se los tragara, pero nada, no ocurrió nada de nada, bueno, lo más importante que se le vio hacer, fue poner de cabeza la insigne manta nacional con la imagen del Rey León, sacrilegio total. La sorpresa la dio Lagartija, llegó en modo Rock Star de pelo alaciado, irreconocible ciertamente, bueno en su persona, porque su esencia estaba ahí como el animal de sangre fría que es. Pero parecía haber sido víctima de algún experimento en el laboratorio del doctor Ajolote Gatell porque había perdido su vista periférica y sólo podía mirar hacia el frente, todo el tiempo manteniendo la verticalidad, como suricata en acecho, y el rictus de su cara, como ver la cara de un xoloitzcuintle momificado. Deben haberla infectado de un virus con inteligencia artificial porque su discurso era una copia del Tlatoani Hiena Macho, incluyendo el acento costeño del susodicho.
Así transcurrió el debate, como quien va pastoreando borregos, sin pena ni gloria. Ahora la bronca es de todos nosotros pobres animales ciudadanos de este país. Aunque unos prometieron que como a los puercos flacos, nos tendrían siempre con la mazorca en el hocico, otros nos ofrecieron la seguridad que tienen las gallinas en el corral del coyote, otro la libertad de la mariposa en los campos fumigados con herbicida. Promesas, promesas, promesas. Sabemos que tendremos qué elegir a uno, el menos peor si es que queremos sobrevivir en esta jungla. Como dijo la Ricitos de Oro, “de los tres osos no se hace un abrigo”, ninguno sirve. Pero ya qué, para ser mordidos lo mismo da que sea perro o que sea perra. Tenemos qué votar, aunque nos jodan votemos por una Utopía pura y dura. Y para aligerar un poco esta incertidumbre, nada como citar esa frase del clásico: “esos son los bueyes que tenemos, y con esos tendremos que arar”.
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