Julio Ríos | Twitter: @julio_rios | 08 de abril de 2024
Guadalajara, Jalisco.– Mucho se decía que en los debates, Claudia Sheinbaum iba a batallar. Que era de perfil impasible y su carisma no se asemeja al de su mentor. Como oradora, aunque notable, sus detractores afirmaban que no mueve masas.
Pero la historia en el primer debate fue diferente y terminó por ser la ganadora. Nunca se le vio descolocada. Respondió -cuando tuvo que responder- con tono tranquilo, aplomada ycuando debía atacar, también lo hizo, aunque si usamos metáforas pugilísticas, no se puede decir que haya tenido un knock out, sí administró su ventaja con nervios de acero y le alcanzó para llevarse la pelea por puntos.
Respecto a las propuestas, fue quien estuvo en mayor oportunidad de compartirlas y aunque soltó cifras y cantidades, algunas difíciles de corroborar, otras ya comprobadas por sitios de verificación informativa, el formato termina beneficiándola por su posición de puntera. Ella solo debía cuidar su ventaja, no caer en provocaciones y así lo hizo. La postura conservadora basta u soba cuando te sabes puntera.
En cambio Xochitl Galvez perdió de repente esa picardía que tanto presumían sus adeptos como su principal virtud. Es cierto que era imperioso para ella atacar a su rival y lo hizo bien en sus primeras intervenciones, pero conforme avanzó el debate fue luciendo desesperada por tirar golpes, son lograr ningún gancho al hígado.
Fueron los mismos ataques de siempre (algunos ya gastados, que incluso ya se han diluido entre la opinión pública a pesar de la gravedad de las acusaciones). Y cuando era necesaria la Poker Face, lució muy molesta, sobre todo cuando Sheinbaum le reviró a las alusiones, algo que quizá no esperaba la hidalguense.
Su retórica fue exasperada y desprolija. La frase que retomaron sus adeptos fue la de #LaDamadeHielo, ya que insistió en que su adversaria no tiene corazón (algo imposible de comprobar o medir… ¿O existe un corazonómetro?).
También me pareció una mala idea renegar de los partidos que la postulan. Hasta renunciar al huipil esta noche fue un error. El cierre con la bandera de cabeza fue el resumen perfecto de una atropellada participación.
Y Alvarez Maynez, con la tranquilidad que da el saberse derrotado, fue el único que parecía disfrutar el ejercicio. Su blanca sonrisa contrastó con lo gris de su perfil, lanzó alusiones contra sus dos adversarias y fue a Xochitl a quien más le pegó (lo que revive las suspicacias del supuesto pacto de Dante Delgado, líder de MC, con Morena para ubicarlo como esquirol). También dijo cosas muy ciertas: Corral no es Bartlett, y la indignación de Xochitl con los hijos de AMLO nunca la tuvo con los hijos de Martha Sahagún, casada con su mentor Vicente Fox. Para Maynez todo es ganancia y la verdad que no lo hizo mal, pero tampoco para volverse locos.
El formato fue algo caótico, aunque los moderadores fueron muy conscientes de un rol activo, más allá que simplemente dar turnos. Denise Maerker lo hizo fenomenal. Me gustó la idea de la bolsa de 5 minutos utilizables al gusto de cada candidata o candidato, creo que ayudó a dar mayor dinamismo.
La dinámica del ejercicio no tuvo sorpresas. Como lo he explicado en el análisis de otros debates, es normal que quien va abajo tire golpes a los dos de arriba y que quien encabeza, solo haga alusiones a quien la persigue en las preferencias. Esto deja en una posición muy incomoda a quien se ubica en segundo lugar.
Por último, debo decir que no estoy de acuerdo en quienes critican la «ausencia de propuestas». Estos ejercicios también deben usarse para el contraste, lo que algunos asustadizos llaman «ataques» o «guerra de lodo».
Si no, pues que solo se programen monólogos, un candidato o candidata en cada fecha, en un foro dónde se paren a decir sus propuestas y ya. Lo importante es que exista ese enfrentamiento retórico y también el contraste de trayectorias . Es necesario y además, disculpe usted lo coloquial, le da sabor.
O como atinadamente dice un buen amigo: Muchos dicen la palabra “Guerra Sucia”: ¿Pero cuál guerra es limpia?