jueves , 21 noviembre 2024
Foto: Andrés Manuel López Obrador en Tepatitlán | Kiosco Informativo

La batalla interna en la 4T: El futuro de la unidad y el liderazgo político

Por: Oscar Miguel Rivera Hernández

En el escenario político actual, se vislumbra una realidad innegable: el partido oficial, Morena, goza de una ventaja considerable sobre sus adversarios en las encuestas de intención del voto. Esta ventaja es tan significativa que parece evidente que la madre de todas las batallas no se librará en las elecciones generales, sino en las primarias o internas que definirán al candidato del partido en el poder.

Las encuestas se han convertido en un termómetro social, una herramienta que intenta capturar la preferencia de los ciudadanos. Y en este caso, las encuestas estarán a cargo de señalar si Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Monreal o Adán Augusto López serán los abanderados de la 4T, sin olvidarnos de incluir a los líderes del Partido del Trabajo (PT), Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco del Partido Verde Ecologista de México (PVEM). La designación de cualquiera de ellos prácticamente aseguraría su victoria en las elecciones generales y, por consiguiente, se convertirían en el mandatario para el próximo sexenio.

Ante esta realidad, el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, ha manifestado su interés en procurar la unidad durante el proceso de definición de la candidatura presidencial. Es consciente de que la pugna entre los tres principales candidatos ha comenzado a generar fracturas dentro del partido oficial, Morena y sus aliados. La lucha por obtener el respaldo de los seguidores, los simpatizantes y los liderazgos internos ha desatado tensiones y divisiones que amenazan con debilitar la cohesión y la fuerza política del partido en el poder.

El presidente López Obrador, quien ha sido una figura central en la consolidación de un proyecto, que abandera a través de Morena como fuerza política dominante, es consciente de que la división interna debilitaría las posibilidades de mantener el control del gobierno en las próximas elecciones. Por tanto, su llamado a la unidad busca evitar que las diferencias y las luchas de poder se conviertan en obstáculos infranqueables para la continuidad de su proyecto político.

No obstante, es innegable que las ambiciones personales y las estrategias políticas individuales pueden generar tensiones y rivalidades en el seno de cualquier partido. En el caso de Morena, un partido relativamente joven pero que ha logrado un crecimiento vertiginoso, la disputa por la candidatura presidencial se vuelve aún más intensa y crucial. Cada uno de los tres principales candidatos cuenta con una trayectoria política destacada y con el respaldo de distintos sectores dentro del partido. Esta diversidad de perfiles y lealtades puede generar confrontaciones y diferencias irreconciliables.

La realidad es que la unidad no es un objetivo sencillo de lograr en el ámbito político. Sin embargo, es fundamental para mantener la fortaleza y la cohesión de un partido. En el caso de Morena, cuyo liderazgo hoy está en manos del presidente de la república, pero para cuando su periodo termine, ese liderazgo estaría en juego, la unidad se vuelve aún más relevante.

El desafío radica en conciliar las ambiciones personales y las estrategias políticas individuales con el interés común del partido y del país. La unidad es fundamental para mantener la fortaleza de Morena y garantizar la continuidad del proyecto político impulsado por López Obrador.

Además, en este escenario político, no solo se está disputando la definición del candidato presidencial dentro de Morena, sino que también existe la posibilidad de que un candidato de la oposición provenga de las filas del propio partido en el poder. Es una realidad que algunas de las llamadas «corcholatas» podrían no quedar conformes con el proceso interno y optar por buscar su camino con la oposición o de manera independiente. Cualquier partido político, especialmente la alianza del grupo opositor, estaría dispuesto en voltear a ver ese descontento y cubrir los intereses personales y las ambiciones.

Las pasadas elecciones en los estados de México y Coahuila, donde ganan el partido de AMLO (Morena) en el Estado de México y la oposición en Coahuila (PRI-PAN-PRD), mostraron un escenario que, por un lado, entre los líderes de la oposición, ha provocado una retórica triunfalista, presentando números alegres, pero al fin de cuentas, celebrando el fin de una hegemonía política propia. Para los partidos opositores, la victoria en Coahuila representa un respiro, pero no los consolida o posiciona como una opción sólida para futuras contiendas. Por otro lado, el partido de AMLO (Morena) sí ha consolidado su dominio, lo cual les permite mantener su agenda política y seguir implementando sus proyectos de transformación.

Los detractores de AMLO han demostrado que no son oposición o más bien, son una oposición creada por el propio presidente de la república, quien en cada mañanera los alienta a odiarlo cada vez más y a que estén dedicados a criticarlo por cosas vanas y se olviden de presentar propuestas claras para la nación. Por otro lado, acrecienta su popularidad entre la sociedad, convirtiéndose en el presidente de la República más popular en las últimas décadas.

Sin embargo, más allá de las narrativas triunfalistas de la oposición, es fundamental reconocer que estas elecciones también evidencian la diversidad de opiniones y preferencias de la ciudadanía. Cada voto refleja una historia, una necesidad y una visión de país. Solo a través de un análisis profundo y objetivo, considerando tanto los logros como los desafíos, podrán construir un panorama político más sólido y representativo para el futuro de México.

En resumen, la batalla política crucial no será contra la oposición en las elecciones generales, sino en las primarias de Morena para definir al candidato presidencial. La ventaja del partido en las encuestas de intención de voto destaca la importancia de la unidad interna, y será tarea tanto del presidente López Obrador como de los aspirantes a la candidatura presidencial encontrar un equilibrio entre sus intereses personales y el bienestar del partido, así como del país y recordemos, como dijera mi amigo Gustavo Pozos, citando un capítulo de la biblia, “los reinos se destruyen desde adentro” (Mateo 12:25).

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