Por: Víctor Rivera
UNA OPCIÓN: LA REGULACIÓN EN EL CONSUMO
El Departamento de Seguridad Pública de Texas estima que en los últimos 20 años la NAC ha consumido tanto en EEUU como en Canadá entre 1 millón 563 mil y 2 millones 317 mil cabezas de peyote por año. La mayoría llevado desde México.
Esto lo puntualiza Mauricio Genet Guzmán Chávez en el artículo Reflexiones sobre la expansión y legalidad del campo peyotero en México (2019), que escribió en conjunto con Beatriz Labate.
Guzmán Chávez es investigador del Colegio de San Luis Potosí. Ha estudiado el tema y declara que dentro del campo de análisis de la cultura del peyote, así como del saqueo y sustracción de esta cactácea por parte de otros grupos sociales que no son indígenas, muchos lo ven como una suerte de hurto e imitación burda; “yo he defendido que en nuestra situación globalizada y contemporánea no podemos defender los esencialismos”, formula.
Justamente por ese motivo asegura que un punto de partida para abordar el tema es que se trabaje en la regulación del consumo del peyote para establecer límites: “implicaría decir quién puede y quién no, y cuáles serían los mecanismos. El cambio en la regulación implicaría que la gente que está haciendo uso del peyote dentro de una perspectiva religiosa o terapéutica, pueda ser reconocido dentro de un modelo de manejo ambiental”.
«El cambio en la regulación implicaría que la gente que está haciendo uso del peyote dentro de una perspectiva religiosa o terapéutica, pueda ser reconocido dentro de un modelo de manejo ambiental»
Dr. Mauricio Genet Guzmán Chávez
Afirma que con esto se sentarían las bases de que cada agrupación que use o demande del peyote lo emplee con claridad y transparencia, con registros de la cantidad de personas que forman un grupo, las ceremonias que se hacen al año, la cantidad de peyote que consumen y los procesos de cultivo y preservación que hacen.
“Si no hay una regulación y no nos abrimos a esa dimensión de reconocer la importancia del peyote dentro una serie de relaciones interculturales que rebasan lo estrictamente indígena sí estamos abonando para que se dé la extinción de esta planta”, comenta.
De hecho, dentro de la propuesta que plantea el doctor Mauricio Genet también destaca que se exploren otros modelos de implementación del turismo, que no se busque desde las dependencias del estado un arquetipo de masificación, sino que se adecúen alternativas para zonas pequeñas como la de Real de Catorce, que es la puerta de entrada a Wirikuta, donde los habitantes estén capacitados y puedan ofrecer rituales con peyote sembrado en invernadero y asimismo apuesten por cuidar y proteger la vida silvestre del desierto.
“Toda la zona de wirikuta hay un círculo crítico donde acontece el turismo peyotero. Es como un caso paradigmático de la colecta y el uso del peyote y forma parte de redes de mercado, digamos, internacionales porque el peyote de San Luis Potosí y de esta zona llega a estar presente en ceremonias que se realizan en Francia, en España… no tenemos el registro de todo el trazado, pero recuperando testimonios de aquí y por allá –así como datos— nos podemos dar cuenta de que es un producto que es una mercancía también, es una planta sagrada, pero es algo que ya entró en las cadenas comerciales. Eso es definido por la persona que lo recolecta, por quien lo paga, lo transporta de una u otra manera a estos países y por el costo de las ceremonias que obviamente en Europa o en EEUU tienen un valor que no podría definirse. Es algo que allá está muy por encima”, explica.
«Deberíamos pensar en modelos sintonizados con los tiempos y que reconozcan cómo se está presentando en la actualidad un turismo que existe, pero que el estado no quiere ver y reconocer. Solamente quiere castigar cuando las cosas se ponen feas»
Dr. Mauricio Genet Guzmán Chávez
“No estoy proponiendo mercantilizar todo el proceso; creo que debemos establecer ciertos criterios para que las familias estén mejor capacitadas para recibir a estos turistas e informarlos sobre las necesidades de la zona a la que llegan donde se pudiera participar en rituales que involucran al peyote y cuáles son las reglas. Deberíamos pensar en modelos sintonizados con los tiempos y que reconozcan cómo se está presentando en la actualidad un turismo que existe, pero que el estado no quiere ver y reconocer. Solamente quiere castigar cuando las cosas se ponen feas. En ese aspecto se ve solamente la parte oscura del turismo peyotero, pero no reconocemos todos los factores de integración, todos los factores de beneficios económicos de la localidad”.
Aclara que pueden surgir riesgos, aunque la opción podría apostar por ese otro turismo para hacerlo más benéfico que destructivo, un modelo parecido al de la Riviera Maya, donde los pobladores cuidan y protegen, por ejemplo, los cenotes.
“Podría ayudar a que saquemos de esa penumbra en la que está actualmente este fenómeno. Porque ese turismo que abona en muchas cosas en cualquier momento puede ser calificado como ilegal, como una violación a la ley y sus usuarios pueden ser incriminados y se le puede aplicar el código penal y ser encarcelados. Eso deberíamos de modificarlo y creo que sí podemos y tenemos las condiciones para tener un turismo peyotero mucho más organizado y con beneficios directos a las comunidades”.
La discusión por despenalizar el uso recreativo del peyote parece que se intensificará, sin embargo, Mauricio Genet espera que en realidad se hable de regulación y de análisis de intervención, incluso económica con opciones como la que aquí plantea.
“Para alcanzar algo así sí debe haber un reconocimiento del fenómeno en lo nacional así como una nueva perspectiva para analizar el tema de las plantas sagradas, que incluso modifique las normas. Mi mayor crítica es no caer en la esencialización. Creo que debe haber un programa de investigación que nos ayude a reflexionar en torno a las nuevas prácticas y que permita definir ciertos umbrales. No digo que todo deba ser permitido, pero que sí se prime el derecho de las personas a elegir”.