Eduardo Castellanos | @edcastellanos
12 de mayo del 2016.- Si Petunia, Gloria, Torito, Jack, Dulcinea, Johnny, Kira, Brandy y Chester, perritos rescatados de las calles de Tepatitlán, están con vida y no presentan signos de desnutrición, tiene una razón social: Adopciones Tepa.
El primer y único lugar que desde hace años los acoge bajo un techo, en jaulas grandes, en tarimas de madera, en cobijas y que les brinda alimentos y cuidados está a punto de desaparecer por falta de apoyo y recursos económicos.
Todos los perros tienen una historia para ser contada. Todos han sufrido de diversas y crueles maneras el abandono de las calles de la ciudad: llegan mutilados, ciegos, tuertos, con solo tres patas, heridos, mordidos, con secuelas de maltrato o enfermedades como el “moquillo”; con sarna, desnutrición, quemados o que simplemente porque cargan con el estigma social de ser de raza mestiza o pitbull.
El lugar ubicado en la calle equis con número equis, tiene un portón negro que resguarda el hogar quizás temporal, tal vez permanente de 130 perros que fueron de la calle.
Como única seña, afuera, en la calle, al lado de la enorme puerta negra “resguardaperros”, hay un plato con alimento para perro y un tazón de agua en el piso. Son para mitigar el hambre y la sed de los “callejeritos” que por allí pasan. Adopciones Tepa tiene sus dos terrenos ubicados en domicilios desconocidos para que la gente no vaya y abandone ahí a sus perros.
No sólo se trata de cuidar perros. Es una labor titánica de administración y manutención. Mientras una manada de animales juega y ladran con emoción manifiesta, dos mujeres asean el lugar diariamente.
Y una maestra de preescolar, Sonia Patricia Talamantes Cuevas, distribuye su tiempo entre clases, planeaciones, formatos que exige la Secretaría de Educación Pública (SEP) y los perros. Las mañanas son para los niños de escuela. Las tardes para el refugio, con sus perros.
Cuando alguien visita el lugar, es recibido por Sonia Talamantes y uno de sus perros, quien desesperado intenta jugar un momento, como si supiera que la visita será fugaz, como si quisiera aprovechar cada minuto, cada chasquido de dedos, cada caricia.
Dentro del refugio está Irma Cuevas, madre de Sonia, quién ayuda en el aseo del albergue y alimentación de los animales. Firulais, Nala, Aurelio, Alfafa, Lola, Pepa, Lucas y Manchas, advierten siempre la presencia de los extraños: unos contentos, otros nerviosos, ladran.
El acercarse a las jaulas ellos detona un automático saludo de los perros, algunos contentos, mientras que los otros nerviosos de las secuelas de maltrato, se quedan atrás, solo observando.
Desde hace algún tiempo el dinero para mantener a los albergados, ya no alcanza, Sonia y un pequeño grupo de colaboradores tienen que solventar algunos gastos con sus propios sueldos.
A veces la desesperación mengua los ánimos de Talamantes por que la realidad es frustrante: cada vez son menos las personas que apoyan al refugio y más los animales que necesitan ayuda.
Estiman que de no conseguir apoyos, los 130 perros podrían volver nuevamente a las calles, lo cual representaría un problema de salud pública. Es poca la gente que adopta en estos momentos, y es cada vez mayor el número de animales maltratados, así lo expresa la rescatista Sonia Talamantes.
“… Desgraciadamente muy poca gente adopta y además hay muchísimos casos de abandono y maltrato. Ahorita con nuestros recursos y eventos que hacemos y muy pocas personas que apadrinan es como logramos sacar adelante el refugio, pero en realidad sabemos que si no conseguimos más apoyo el albergue podría cerrar esa es la realidad. Ahorita estamos en crisis por el hecho de que mucha gente que se comprometió desde que empezamos el proyecto, en lugar de unirse más gente, muchos nos han dejado en el camino, el paquete se hizo enorme y ya resulta casi imposible sacarlos adelante”, Advierte Talamantes Cuevas.
La capacidad del albergue ya no da para rescatar más animales, los gastos mensuales son de aproximadamente 20 mil pesos Sonia Patricia, invita a entender la situación del albergue y a seguir apoyando a los perros en situación de calle.
“A veces la gente se molesta y dice que: ¿cómo ayudamos si ya no vamos por el perrito? Si es algo frustrante para nosotros el no tener la capacidad para recibirlos, ni los recursos económicos, recomendamos a la población que si llega algún perrito apoyen en llevarlo a esterilizar, ahorita está la campaña del cien pesos del Ayuntamiento, es muy bueno porque eso evita que haya más animales sufriendo en la calle, además pueden apoyar ofreciéndole agua, comida en lo que se busca, también pueden tomar fotos y mandarla a nuestra página en Facebook que es Adopciones Tepa, para estar publicando al animal para que llegué alguien a tomarlo en adopción”.