Jorge Arturo Rivero González | @georgerivero95 | 26 de marzo del 2019
Esta semana se hizo pública la noticia de que el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, el licenciado Andrés Manuel López Obrador, envió una carta al rey de España Felipe VI y al papa Francisco I. En dicha carta, el mandatario mexicano pidió “Que se haga un relato de agravios y se pida perdón a los pueblos originarios por las violaciones a lo que ahora se conoce como derechos humanos”. Tras la negativa del Rey español, se abrió todo un debate en torno a la cuestión ¿Los españoles deberían pedir perdón a los mexicanos por la conquista? Esta es mi opinión:
Debemos comprender que los españoles jamás conquistaron México porque México no existía. Lo que había a la llegada de los «iberos» al territorio americano, eran una serie de pueblos indígenas y de imperios guerreros. Lo que hoy en día conocemos como México, es fruto de un mestizaje étnico y cultural entre los europeos, los nativos mesoamericanos y los olvidados esclavos traídos de África.
Sin embargo, actualmente en nuestra hermosa nación hay cerca de 11 millones de habitantes descendientes directos de las culturas prehispánicas; es decir, hay un gran número de indígenas habitando el territorio nacional, y son a ellos a los que se les debería pedir perdón.
La conquista española fue un acontecimiento brutal y sangriento, es inimaginable la cantidad de vidas perdidas, y es irrecuperable la exterminación cultural.
Para que tengamos presentes algunas estadísticas, se estima que la conquista del occidente de México, liderada por el infame Nuño Beltrán de Guzmán, erradicó al 90% de la población nativa total.
Sin embargo, la pregunta prevalece ¿Debería la corona española pedir disculpas por algo que hicieron sus ancestros? Yo creo que sí, y lo explicaré: La Historia sirve para aprender de nuestro pasado, para no volver a cometer los mismos errores que en tiempos antiguos, y para aprender de ellos primero hay que reconocerlos.
El pueblo español considera al siglo XVI como el “Siglo de Oro”, en el que floreció su civilización, sus ciudades embellecieron y se expandió su influencia mundial; sin embargo, lo que no se reconoce es que toda esa grandeza se dio a costa de lo que podemos llamar, sin titubear, un genocidio.
Una disculpa por parte de la corona lanzaría un mensaje para el mundo, pero sobre todo para sus ciudadanos: La grandeza de una nación, jamás se debe dar a costa de la exterminación y el sometimiento de otro pueblo.