Christian González Jiménez | @KioscoInfo | 04 de febrero de 2019
Esta leyenda nace en las entrañas de la familia Arévalo, una familia de gran riqueza y poderío económico en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Se cuenta que en el panteón de Belén, un velador experimentó un macabro encuentro; todas las noches veía caminar a un hombre muy bien vestido con traje y sombrero que visitaba la tumba de la familia Arévalo.
La familia Arévalo siempre se distinguió por ser muy violenta, razón por la que el velador no se atrevía a reclamarle por estar a esas horas de la noche, recorriendo las tumbas del panteón, pero después de varias noches de incertidumbre, el velador se animó a acercarse a aquel misterioso caballero; le habló, pero al voltear quedó impactado por un rostro totalmente tenebroso, tal susto se llevó que se encerró en el cuarto donde dormía todas las noches, allí permaneció durante varios días, tres para ser exactos, hasta que finalmente al ver que el velador no aparecía por ningún lado, abrieron la puerta y se dieron cuenta que sufrió un paro cardiaco y allí quedó sin vida.
Algunos dicen que fue el mismísimo diablo, otros afirman que es un integrante de la familia Arévalo, se trata de un joven que en sus tiempos era adicto a las apuestas clandestinas, era muy bueno para jugar a la baraja, siempre estaba apostando diferentes cosas, ganaba y perdía mucho dinero, inclusive un día perdió hasta el espejo de su baño, pero también llegaba a ganar joyas y artículos de mucho valor, ya que como buen ludópata, confiaba en sus habilidades.
Cierto día decidió apostar todas sus pertenencias e incluso las escrituras de las propiedades de toda la familia, pero para su mala suerte, un caballero con mejor fortuna le ganó la partida y el joven Arévalo perdió todo lo que poseía. Al no tener que apostar, salió del lugar, angustiado caminaba a casa, le preocupaba más la reacción de su padre que haber quedado en la ruina, ya que su padre era de un carácter muy fuerte y violento; de pronto sintió una mano muy pesada y caliente sobre su hombro, de repente una voz de ultratumba le dijo:
“Soy el diablo, te ofrezco un trato, yo te regreso todas tus pertenencias a cambio de que a la hora y día que yo indique, me entregues tú alma”.
Tentado por la desesperación de recuperar todo y salvarse de la reacción de su padre, aceptó el trato, las pertenencias le fueron devueltas como por arte de magia; sin embargo, no aprendió la lección y días después volvió a jugar con un extraño, pensando que su pacto con satanás lo haría superior a los demás, decidió hacer trampa, pero al ser descubierto, aquel extraño rápidamente le disparó a quemarropa, justo antes de que el demonio pudiera cobrar su parte del trato.
El señor Arévalo pidió en oración el perdón divino, por lo cual el demonio no pudo llevarse su alma como en el trato se había pactado.
Dentro del mausoleo de la familia Arévalo existe un cuadro muy hermoso y elegante, que se cree tiene un valor monetario muy alto; según la leyenda, el día que se caiga por sí sólo, el demonio vendrá a llevarse a la persona más cercana a la tumba para cobrar el alma que no se pudo llevar.
Aún existe la confusión de si ese hombre que se aparece en el panteón de Belén es el señor Arévalo o el demonio disfrazado de catrín buscando cobrar su trato. En lo que no existe confusión alguna, es que esta es por mucho, una de las leyendas más destacadas del panteón de Belén y sin duda alguna una de las historias que más curiosidad y terror genera en la gente que lo visita.