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La Virgen de La Astillita: un milagro de fe en la palma de la mano

 Kiosco Informativo Especial@KioscoInfo 11 de enero de 2019

Un milagro de fe, puede caber en la palma de la mano. O incluso en la yema de un dedo. La Virgen de La Astillita, en la comunidad rural de Los Cerritos, en el municipio de Tepatitlán, es un ejemplo de ello.

De apenas 5 centímetros de altura por 3 centímetros de ancho, la virgencita recibe a sus fieles protegida en un relicario de plata ovalado, que descansa en una columna de cantera en su templo.

Esta imagen, pequeña en tamaño, pero grande en devoción de sus feligreses, tiene su hogar en un templo construido en 1954, por orden eclesiástica del mismísimo Cardenal José Garibi Rivera. La comunidad festeja actualmente sus tradicionales fiestas patronales, que culminan este sábado 12 de enero.

Cuenta la tradición piadosa, que la Virgen de La Astillita se apareció hace 200 años en la humilde vivienda de un matrimonio muy religioso, formado por un carpintero y su esposa, en el punto conocido como “Paso de Carretas”.

«Cierta mañana en que la señora prendía el fogón para preparar el desayuno, atizó la lumbre como acostumbraba con olotes, raja y un puñado de astillas de las que salían de la carpintería. Pero al hacerlo observó que una astillita saltaba fuera del fogón, por lo que se apresuró a recogerla y a arrojarla de nuevo el fuego. Pero volvió a saltar y cayó un poco más lejos. La volvió a aventar con fuerza la lumbre, pero la astillita seguía saltando más lejos aún», se relata en el libro «Los Cerritos, una ranchería modelo» publicado en el año 2006 por el Consejo de Cronistas de Tepatitlán.

En este título de la autoría de Paco Gallegos y José Franco, se consigna que cuando la señora se acercó a ver la astilla, quedó sorprendida porque se alcanzaba a esbozar una figura en esta.

«La sacudió presurosa con una punta de su delantal para liberarla del polvo y la ceniza que la cubrían. Y entonces pudo contemplar una imagencita de la Virgen de Guadalupe, delicadamente pintada en su exquisita pequeñez sobre el fondo áspero de la astilla. Quedó tan impresionada que apenas pudo hablar casi a señas mostrando a su marido aquél prodigio», expone un tríptico que se obsequia a los visitantes al templo.

La pareja colocó a la Virgen de la Astillita en la pared principal de su humilde vivienda adornando la con flores y guardando la como su mayor tesoro.

Pronto, la noticia de este prodigio se extendió por la región, según relatan los pobladores de Los Cerritos. Los fieles católicos acudían a la Virgen de la Astillita para solicitar favores y gracias. Pronto aquella casita fue insuficiente de modo que se construyó una humilde capilla de adobe con techo de zacate.

Llegó la Guerra Cristera, y ante el temor de que la Virgen de la Astillita fuera destruida, tres hermanas piadosas (Eulalia, Ventura y Ruperta) de apellido Coronado hacían turno para mantdner escondida a la imagen en las bolsas de sus delantales, cuidadosamente envuelta en algodones para que no se raspara, según platican los viejos pobladores.

Luego de peregrinar de casa en casa, con varios vecinos, y de que incluso algunos intentaron llevarse la imagen de Guadalajara, los habitantes de Los Cerritos jamás permitieron que los despojaran de la Virgen de la Astillita. Uno de ellos fue el Padre Arcadio González, originario de la comunidad, quien a punta de pistola impidió que se la llevaran.

Finalmente, luego de intentar construir un templo en diversos predios (proyectos que por diferentes circunstancias no se concretaban), en 1949 comenzó la construcción de la Capilla donde está ubicsda actualmente. Para ser más especíificos, en un terreno que donó Don Teófilo Martín.

Durante seis años, don Martiniano Pozos  encabezó a una cuadrilla de albañiles (Cuco, Manuel y Chava Gómez) apoyados por voluntarios de Los Cerritos, Mazatitlán y Los Terreros, para contar con el anhelado templo.

Otros vecinos donaron dinero o hicieron pagos para el atrio, la campana y los candeleros, o para  construir caminos de acceso, entre ellos Rodolfo Camarena, Manuel Gómez, Faustino Martín, las hermanas Simonita y Bernabé Coronado, Rodolfo Padilla, Gil Barba, Rodolfo Barba y Ramón Franco, de La Cebadilla.

En 1954 quedó listo el templo. Para la inauguración, el famoso «Padre Pistolas» (don Miguel Fernández) llevó una imagen de la Virgen de Guadalupe tamaño natural que se ubicaría en el altar, obra del artista David Cardona, oriundo de Capilla de Guadalupe. Todo esto también lo narran Paco Gallegos y José Franco en su libro.

El templo, que en estos días es sede de los festejos patronales, es de planta circular octagonal, coronado por una cúpula grande rodeada de ocho pequeñas. Está rodeado de una plazoleta que fue inaugurada en 2005 por el alcalde Leonardo García Camarena.

Al costado suele ubicarse el escenario para que conjuntos norteños hagan la delicia musical de los alegres pobladores, quienes son afectos al baile y a los antojitos mexicanos que consumen en la kermesse.

La gente de Los Cerritos es trabajadora. Dedicados a la agricultora, la ganadería, hoy por hoy han podido consolidar una cuenca lechera, pequeña pero constante, que produce alrededor de 30 mil litros diarios, de acuerdo con datos de la Secretaria de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER). Solos se han organizado para salir adelante, para ello ha sido clave un pozo inaugurado en tiempos del alcalde Rigoberto González Martínez «Chacho», gracias al tesón de don Gabriel de la Mora.

Otros más, han emigrado a Estados Unidos de América para buscar el progreso y no faltan incluso quienes han podido enviar a sus hijos a la preparatoria y universidad, con muchos esfuerzos por las carencias económicas.

El béisbol es el deporte favorito en los Cerritos. Durante años el Club de Béisbol Tepeyac afincado en esta ranchería ganó varios campeonatos de la Liga Regional.

Pero su mayor característica, es su religiosidad. De la comunidad han salido sacerdotes como Arcadio González y su primo Anastasio del mismo apellido; los hermanos Luís y Salvador Pérez Barba; Horacio Pérez Padilla y «Chuy» Navarro de la Torre; entre otros. Además de que por este templo pasaron figuras como el Padre Agustín Soria, Felipe de Alba, Guadalupe Franco, Eliazer Lara (hoy párroco de La Sagrada Familia) y don Miguel González (quien llegó a ser Obispo de la Diócesis de Ciudad Obregón, Sonora, gracias al nombramiento del Papa San Pablo VI).

Es así, como la comunidad, ubicada entre dorados pastizales y hermosos corrales de vacas, vive en estas épocas, días felices. Quien es oriundo de Los Cerritos tiene muy arraigado el cariño a su terruño y siempre vuelve para celebrar a su amada Virgen de La Astillita. No sólo los norteños, sino quienes ya radican en la ciudad de Tepatitlán o en otras latitudes.

Todos vuelven a la patria chica. Y vaya que gracias a esta imagen pequeñita, pero milagrosa, la frase cobra mucho sentido.

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