jueves , 21 noviembre 2024
Foto: Señor de la Misericordia de Tepatitlán | Eduardo Castellanos

Lejanía | Perfil

Elba Gómez

 —Ira aquí tengo a Tepa, ora que fui p’a abril me la traje, ¡ah cómo le  batallé!, como ya empavimentaron todo, se volvió parda parda, tuve que ir allá cercas del Seguro nuevo, como yendo pa’ La Villa hay unos paderones y  de allí  la agarré, nomás que no sirve pa’ las plantas, como que se las sorbe.

La mirada de Evelia se pierde en la distancia, sus ojos de color verde intenso adquieren un brillo especial cuando habla de su lugar de origen, Tepatitlán Jalisco ubicado en la zona de Los Altos. Con movimientos de regocijo sus dedos se  hunden una y otra vez en el jarrón de cristal que contiene una buena cantidad de tierra de color rojo vivo mientras trata de explicar las peripecias del traslado de la arcilla desde el aeropuerto de Guadalajara al aeropuerto de Mexicali y de ahí el paso por la frontera hasta poner en un lugar de honor tan preciada carga en su lugar de residencia; una pequeña  casa rodante que comparte con otra persona en la ciudad de Cathedral City en el sur de California. Con parsimonia acomoda el ánfora sobre una mesa donde hay un incensario, muchas fotografías, un arreglo con flores sintéticas de varios colores, imágenes y pequeñas esculturas religiosas flanqueadas por dos diminutas lámparas eléctricas simulando ser veladoras.

     —Aquí tengo a mi Señor de la Misericordia, ira, de cuerpo entero, ta’ grandonón, no cabe parado en la traila, le mandé hacer su sudario con las monjitas, lo agarré en el Santuario cuando fui a pagar una manda, le prometí que si arreglaba entraba de rodillas y le daba su limosna de mil dólares; pero eso fue hace bien muchos años, ora verás, como en el noventa y ocho agarré la mica, duré bien mucho sin ir a Tepa, no tenía papeles, me aventé siete años de mojada, le pedí al “encueradito” que si era pa’ mi salvación, que me dieran mis papeles. Este es el mero mero, ¿pasas a crer que noliase que suban al Santo Toribio nomás no tumban al Señor? Es que este es el de a deveras, pos nomás no hay otro, es el Rey de Reyes, hasta las gentes le llevaban retablos de tan milagroso, yo me embebía mirándolos cuando me mandaban a la plaza a un encargo, pero pos, ya no se miran en el Santuario ¿si será cierto que un presidente de Tepa se los embolsicó y cuiteó? Ira, ¿ves estas botellitas de agua?, pos es agua bendita del Señor de la Misericordia, cada que voy traigo, es bien milagrosa, nomás le das un traguito y luego luego se alivia uno si está malo.

Evelia da unos pasos hacia la cocina para preparar café, café  mexicano a decir de la mujer, cuyo frasco tiene la leyenda “Nescafé”, hierve agua en un pequeño recipiente sobre la estufa a la que dos quemadores, de cuatro que tiene,  no le funcionan; en uno de esos quemadores enciende un cigarrillo que inmediatamente  pone en su boca y con café en mano se dirige al exterior donde un par de sillas que en su mejor momento y condición debieron ser de color rojo; y que escoltan, a modo de antesala, la entrada a la casa, cuyo contorno luce lleno de colorido por la diversidad de macetas con plantas que están en continua floración. La vivienda de Evelia es un galerón de aproximadamente siete metros de largo por tres de ancho que está dividida con paneles de un material de plástico rígido usadas como paredes para dividir el baño y la recámara, ésta se encuentra al fondo, y en la pared de la misma, colgando de la pared hay una pantalla de televisión de considerable tamaño y  sobre la cama, el crucifijo de la devoción de Evelia, en el otro extremo está la sala/cocina, las ventanas de este recinto han sido objeto de la habilidad y creatividad artesanal de las manos de la tepatitlense, en cada una de ellas cuelgan exquisitas cortinas hechas de hilo con la técnica de gancho, labor muy común entre las mujeres en la región de Los Altos de Jalisco y que fue heredada junto con otras artes y oficios de la época de la dominación europea. Lugar o rincón de esa morada es orden y limpieza, y a donde se dirija la mirada se encuentra un objeto traído desde Tepatitlán que no deja lugar a dudas de que quien la habita es un ser que es rehén de la nostalgia por su tierra natal, entre éstos, ocupa un lugar preponderante un Escudo de Armas de Tepatitlán en el exterior de la puerta de acceso, el cual está adornado con una serie de luces multicolores.

        —Aquí en el lote semos algunos de Tepa, yo ya ajusté diez años aquí en Cathedral, pos como te decía, varias gentes semos de allá, unos tienen sus trailas bien tuniadas, los que se cren de la alta pues; habemos gentes como yo, que no le metemos dinero bueno al malo, ira, como allí en esa traila colorada viven unos pollos de San Miguel, en la de atrasito unos güeros tecatos, pero vivemos agustito aquí. Le hago su rosario todos los treintas y si vieras que gentillalal se junta, aquí en el Desierto hay mucha raza de Tepa; rete muchos no tienen migración y se consuelan porque tienen bien muchos años que no ven la Salida del Señor. Hacemos colecta, de a como puedan, que de a corita, que de a dólar, que diez, que veinte, que cincuenta, hemos llegado a colectar hasta quinientos, según la voluntad de cada quien; y los mandamos cada primero del mes pa’ ayuda de los peregrinos. Ira, tengo un pie malo por eso yo no la hago.

El sentido de pertenencia religiosa que caracteriza a los alteños como católicos que son, se acentúa si por alguna razón tienen que emigrar. La lejanía, la nostalgia y esa propia pertenencia religiosa hacen propicio un sentimiento de orfandad y para paliar ese sentir lo resarcen con la misma moneda por la que dejaron su terruño, la aspiración  y posterior logro de una mejor posición económica no se complementa para un número importante de esos alteños si no dan parte de sus ganancias, como diezmo impuesto por su conciencia, a la parroquia o decanato al que pertenezcan. El caso de Evelia no es la excepción y como ella, docenas de tepatitlenses depositan sus óbolos religiosamente en la vicaría del Santuario del Señor de la Misericordia cada que llegan de Estados Unidos a pasar sus vacaciones en Tepatitlán, a cambio se les recompensa como evidencia a su generosidad con un artículo religioso que será proporcional en tamaño o calidad a la cantidad donada. Tanto la Vicaría del Santuario del Señor en Tepatitlán como la Diócesis de San Juan de los Lagos dijeron no disponer de información para uso de particulares al respecto de esas aportaciones económicas voluntarias de sus feligreses.

—Ya tenemos cosas mexicanas aquí en el Desierto, antes no, hay todo, hasta carnitas como las de Tepa, hay una marqueta bien grande a cuatro bloques, se  llama la Cárdenas,  hay groceris nomás, pero si vieras, como si estuvieras en México, ira, hay bien mucha comida como en cazuelas, haz de cuenta como si estuviera uno en el mercado allí pa’ las fondas, y hay birria y chicharrones, todo, todo, hasta las canciones que ponen, va bien mucha raza mexicana y también otras gentes de más pa’bajo;  pos sí, si está más cariñosito, espansivo pues, pero, ¿a poco no va a uno a comprarles a los de su  raza? Ira, como en la Walmar también venden cosas mexicanas, pero pos no, mejor en la Cárdenas; si  de todos modos nos chingan, mejor dárselo a un mexicano. Allí luego luego en el mismo mol está  la londri, yo y  Lorena mi sobrina hacemos londri  mientras que hacemos  la marqueta los domingos, ira, como orita que es el verano yo estoy colectando, nomás  que baje el sol rejunto estas sillas pa’ dentro y  le texteo y nos vamos a las tiendas a cascariar.¡No la pasamos bien suave!

A cada sorbo del segundo café le sigue una mueca parecida a una sonrisa sin llegar a serlo, unas manos con visibles manchas oscuras envuelven como si fuera una caricia a la enorme taza blanca con la leyenda “I love Tepa”. Tiempo de un cigarrillo más; tiempo también de la nostalgia que a lo largo de veintisiete años ha acumulado Evelia y que busca resarcir ese sentimiento consumiendo productos que le hagan sentir la cercanía de su lugar de origen y que en cada una de sus frases y sus gestos hace patente. Por otra parte, la proliferación de tiendas de autoservicio con productos de origen mexicano que han aparecido  en el área buscan a su vez comercializar esa añoranza de personas como Evelia. Con precios por encima de la media, estas empresas venden sus productos a un precio elevado bajo los estándares de mercancía de importación aunque lo apliquen a toda la existencia en sus anaqueles sin que propiamente todos los productos sean importados. La comunidad hispana es en gran medida responsable de la alta derrama económica en el ramo de este tipo de tiendas de autoservicio por dos principales razones, una, el incremento en el número de  inmigrantes y la segunda, no menos importante, la necesidad de consumir productos que le haga más llevadero esa sensación de lejanía.

—Desde que llegué aquí al Norte le he taloniado, de recién de beibi siri, luego duré quince años trabajando aquí luego luego en Palm Springs, con unos canadienses que me arreglaron la green card, eran bien buenas gentes, hasta me llevaron a conocer el mar allá pa’ Can Cun; los dos ya se murieron… ¡Si  vieras qué buenas gentes!, ni parecían que estuvieran forrados, allí agarré el inglés. Ellos me dejaron recomendada con unas amistades de ellos que tienen un campo de golf aquí, aquí nomás, en La Quinta y pos ya voy pa’ once años allí, nomás que en el verano no me ocupan, casi no hay gente por la calor, ira como estoy chamuscada, aquí en el desierto llega hasta 120  de calor, en mi troca hago diez minutos, no tengo que agarrar el freeway, estoy agustito allí, el mánager  me mira bien, hago bien mucho overtain y me  lo paga cash, ellos miran que uno de mexicano no se hace pendejo, se da uno la recia pa’ desquitar. En el verano colecto del desemploimen por cuatro meses. Ya voy pa’ veintisiete años, y nunca de los nuncas  he agarrado güelfer, ni le hago a la mariguana ¡si vieras cómo corre aquí esas chingaderas! Si, tengo mi vicio, chupo mucho pero nomás eso. Ya nomás otros ocho y me voy pa’tras, allá en Tepa tengo tres casitas y si Dios quiere, arriba voy a fincar unas piezas pa’ rentar también. ¿Dinero? Sí, por ái le mando a una sobrina que me cuida allá, compro  moniorden, y ya me lo pone en el banco  a premio. Acá, no creas, si ven que uno tiene un capitalito en el banco, luego luego le cain a uno cuando hace el incontax.

Ella, Evelia, es un número más de los millones de inmigrantes que llegaron a Estados Unidos  que al integrarse al sistema laboral como medio de subsistencia se niegan a incorporarse de lleno a una cultura diferente de la que son portadores, ni invertir en propiedades, vehículos o elementos que les simplifiquen el trabajo diario y el producto monetario que perciben va casi íntegro a las remesas que envían a los países de donde provienen. En México, después de Michoacán, Jalisco es el estado que recibe más remesas provenientes de Estados Unidos; y  el municipio de Tepatitlán, le sigue a Guadalajara  y Zapopan en ese orden, el receptor en tercer lugar en recibir los dólares que los emigrados envían a sus familiares. El total de remesas que los mexicanos enviaron el primer semestre de 2018 a México importó la cantidad de 15, 387 millones de dólares.  De esa suma el 10% lo recibió Jalisco, 1,5338.7 millones de dólares; parte importante de ese porcentaje tuvo como destino un hogar en el municipio de Tepatitlán.

De la misma manera como se niegan  a invertir en el lugar donde transcurre su vida laboral se privan de los servicios públicos y asistenciales a los que como trabajadores tienen derecho, incluyendo derechos sindicales que por desconocimiento son rechazados por ellos mismos. La mano de obra de personas como Evelia es apreciada por el sector turístico, hotelero y restaurantero del Sur de California, precisamente por ser mano de obra barata, fácilmente reemplazable al sobrepasar la oferta con la demanda, situación que torna vulnerables a millares de trabajadores al ver en riesgo sus contratos laborales. Cathedral City, lugar de residencia de Evelia es una de las nueve ciudades que conforman el área de Palm Springs en el Valle de Coachella en el estado de California donde diseminados, se encuentra una gran cantidad de tepatitlenses. En esta área el termómetro llega hasta los 48 grados Celcius en los meses de verano, razón por la cual disminuye considerablemente el turismo ocasionando un decremento en la demanda de la mano de obra de prestadores de servicio de mantenimiento.

—Oh si, si miro la tele, ya ora si hay cable en español, antes nomás en inglés, pero si vieras qué gacho, no hay como lo mexicano, miro las noticias porque en español si dicen lo cierto, pero lo que sí, es que se empica uno a ver las novelas, ¡ah qué buenas novelas!, orita estoy bien empicada con una que se llama “Mi marido tiene familia”, y pa’ la cura miro los de risa, ira, como ora viernes pasan “La escuelita” esa no me la pierdo; y otra que me gusta es la Chavelita, nomás esa dicen que la migra no la dejó pasar pa’ acá, está bien cura,  dice bien muchas malditiadas según se está confesando con el padre. En la troca si pongo el radio, me gusta un programa que les llaman a los novios y a los esposos y los tuercen, y pos de música, de gustarme, de gustarme, Vicente; y las de banda. Si, también leo libros, ira, como estos los compré en Tepa, los hizo un señor que es de allá, que es el mero bueno, que sabe bien mucho de todo eso de la guerra de los cristeros y mienta gentes que mis gentes conocían, ira, me los dedicó de su mano, ira, me los firmó, tengo otro pero ese no es de los cristeros, es como de puras charras, ese no me lo firmó. Pos, pa’ entretenerme, sí, a veces yo y mi sobrina la que vive conmigo nos vamos al casino pa’ no agüitarnos, a veces vienen artistas allí en el casino y a veces nos convidan a las paris; ira, como aquí en el Desierto pos no creas, no hay mucho a donde ir pa´ divertirse uno.

El contenido que en materia de entretenimiento ofertan los medios masivos de comunicación en el idioma español a los que tienen acceso los hispanoparlantes en el Sur de California  no siempre es de calidad, las grandes cadenas de televisión que son el principal objeto de los consumidores compiten para atraer a sus televidentes. Univisión, Telemundo y Azteca América se dividen la audiencia de acuerdo a las preferencias de sus consumidores. Telenovelas, futbol, programas de entretenimiento, noticias y los llamados “reality shows” son, en ese orden, la demanda de los consumidores. Con respecto a contenido de la radio en idioma español, y en el caso de la comunidad de Cathedral City, el espectro de radiofrecuencia permite sólo la sintonía de dos radioemisoras en español cuya oferta para sus radioescuchas consiste principalmente en espacios pagados para venta de productos, música y programas unitarios de entretenimiento, en esa jerarquía. El condado de Riverside al que pertenece el Valle de Coachella cuenta con una importante red de bibliotecas públicas en las que incluye material en español que está disponible para la comunidad de habla hispana. De la misma manera en el área de Palm Springs se encuentran galerías de arte, museos, parques y lugares turísticos y/o deportivos a los que se puede acceder gratuitamente.

—De mí, de mí, ¡oh mai gash!  ¿Pos cómo será bueno platicarte?, ¡Ay Señor de la Misericordia! Ira, pos es como todo, yo soy nacida en Popotes de Abajo, ái como yendo por la carretera de Yagualica nomás que cuando tenía mis quince nos fuimos a vivir ya a Tepa, allá cercas de Los Viveros le prestaron a mi apá sus patrones, trabajaba en la granja de Camarena y mis hermanos grandes también, porque semos nueve hermanos nomás que ya se murieron tres, todos los días tragábamos güevos, ira, les daban alcasilleres de cascado cuando rayaban; nunca de los nuncas me volvió a gustar el güevo. Yo ya estaba talludita cuando me vine pa’cá, ya había entrado a treinta años, ya cotorra no creas,  bordaba colcha y mantel, bien muchas piezas que sacaba; pero ya ves uno de mujer cómo es de mensa ¡pos no me voy consiguiendo novio! Y ándale que me salió casado, pero yo no supe hasta que llegué acá,  ¡¡Oh mai gash!!  No la malicié la muy pendeja. Me vine de juida y mira, Diosito me castigó por pagarles mal a mis viejitos, ira, uno de pendeja paga con un mal por un bien a los papases. Pa’ no hacértela larga, lo dejé luego luego al cabrón; y ni modo de irme pa’trás así de fracasada, pos no. Ya como a los cinco años mis viejitos se condolieron y me perdonaron. Uno de mujer siempre trai la de perder y los pinches hombres train la de chingar ¡¡Bull shit!!! No, Dios nunca me dio beibis, pero tengo bien muchos beibis de mis sobrinas y sobrinos; nunca me quise casar, lo que me llegaba era puro lángaro, ¿pos así cómo? Yo creo por la sal que agarré cuando me vine de juida, ¡pinche perra sal!  nomás yo de las hermanas no salí bien de la casa. Mis viejitos ya son angelitos, el consuelo que me queda es que los pasié bien mucho y les mandé hacer bien catrina su gaveta. Allí tengo mi lugarcito pa’ cuando Dios se acuerde de mí, porque no quiero quedar aquí. Ira, les mandé poner su Señor de la Misericordia pa’ que me los cuide a mis viejitos.

La expresión de la mujer va de las lágrimas a la risa nerviosa conforme revive sus recuerdos, con rabia sacude una inoportuna última lágrima y enciende el enésimo cigarrillo mientras una tos persistente amenaza con volverse arcada. El sobrepeso le ha provocado una alteración física en la rodilla izquierda lo que hace que al caminar algunas veces pierda el equilibrio y emita una serie de palabras altisonantes casi inaudibles. Con cincuenta y siete años de edad Evelia conserva la belleza de la mujer alteña, alta, de tez clara, ojos  verdes, sonrisa agradable  y formas muy femeninas. Conserva también la espontaneidad del lenguaje coloquial que caracteriza a los alteños radicados en el área. Con casi la mitad de su vida viviendo en Estados Unidos, la tepatitlense como otros muchos inmigrantes no ha logrado integrarse de lleno al modo de vida del lugar de residencia, el deseo del regreso al terruño es la ilusión que le sirve de aliciente cada día. Ha caído la noche, es la hora de las telenovelas, es la hora también de que Evelia ocupe su mente con la vida de personajes ficticios, personajes que le ayuden a alimentar esa nostalgia, que le ayuden a que sea más llevadera la lejanía.

*El nombre de la entrevistada ha sido cambiado a petición de la misma para proteger su identidad.

*Cathedral City es una de las nueve ciudades que conforman el área de Palm Springs en el Valle de Coachella que pertenece a su vez al Condado de Riverside en el Sur de California.

Fuentes:

El Economista

New York Times

Proceso

El Colegio Del Desierto (Palm Desert Ca.)

 

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