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11 de abril de 2016.- La ola de solidaridad que mujeres y hombres jóvenes mostraron en favor del cantante Gerardo Ortiz y su videoclip donde se escenifica un feminicidio, demuestra que la diferenciación entre hombre y mujer y también la violencia –física, económica, laboral o política- son fenómenos enraizados y normalizados por las estructuras sociales de Tepatitlán, la región de Los Altos Sur, de Jalisco. Así lo señalaron dos investigadoras en temas de equidad de género del Centro Universitario de Los Altos.
Ante la posibilidad de cancelar una presentación de Gerardo Ortiz en Tepatitlán por las quejas de organismos defensores de derechos humanos por un video que presenta la violencia explícita contra una mujer “infiel”, lejos de indignar a las mujeres y hombres jóvenes de la región más bien provocó una oleada de apoyo a este tipo de música. Frases en redes sociales como “Solo es un video”, “Ella se lo buscó”, “Quienes reclaman es porque son infieles también” o “Así reacciona un verdadero hombre”, reflejan que, desgraciadamente, el machismo y la exclusión son vistos como algo normal.
“Finalmente lo que vemos en estos comentarios es la reproducción de una estructura social que divide a hombres que tienen privilegios y mujeres que se deben ajustar, a lo que manda el otro género, el que supuestamente sí vale. Es una representación de nuestras estructuras sociales, pero es triste porque lo vemos en nuevas generaciones que tendrían que estar rompiendo los paradigmas”, afirmó la académica del Centro Universitaria de Los Altos (CUAltos), y doctorante en estudios de género por la Universidad Nacional de Australia, Noemí Moreno Ramos, en una entrevista concedida a La Gaceta de la Universidad de Guadalajara.
Señaló que siempre han existido canciones que hacen apología de la violencia contra la mujer, y a eso se suman series de televisión, películas o videojuegos con contenidos aún más fuertes. y aunque es absurdo pensar que un video musical va a provocar que alguien cometa feminicidios, lo que si refleja es que el asunto está normalizado y en el caso del vídeo de Gerardo Ortiz los mensajes cifrados son realmente preocupantes.
“La discusión no está en que si pasan el vídeo habría más feminicidios. Eso no va a pasar. La discusión está en que no podemos seguir permitiendo que se justifique. Este chavo en el video se justifica porque ella le fue infiel, porque ya no obedece a los deseos del hombre. El cuerpo de la mujer se ve cosificado, es decir, como un objeto. No se trata de sólo un feminicidio, sino de algo más simbólico. Ella toma una decisión libre más allá del hombre que la posee sexualmente. Ella está ejerciendo una libertad que al cuerpo femenino le es prohibido. Y cómo esta mujer existe en relación a su hombre, él tiene derecho a violarla, a matarla y a deshacerse de ese cuerpo en un incendio. Hablamos de una eliminación de la libertad, un abuso sexual, y después la invisibilización de este cuerpo. Son cosas muy graves”, apuntó a La Gaceta de la UdeG.
Explicó que en la región de Los Altos esta diferenciación sexual está muy marcada por los valores inculcados en las relaciones de género y en los roles. Lo define como un “sistema binario” en el que es el hombre quien vale y la mujer solo vale de acuerdo a ese varón.
“Esa diferenciación se nota en la región desde cómo se debe relacionar la mujer con un hombre, qué comportamientos son permitidos para una mujer, que palabras y qué tipo de ropa son permitidas para una mujer. He percibido que en Tepatitlán sí existe un juicio muy marcado ante el comportamiento de las mujeres lo que lleva a la descalificación que luego justifica actos de violencia”.
Empoderamiento político y económico
Por separado, la integrante del Sistema Nacional de Investigadores, Gizelle Macías González aún en este entorno, las mujeres están logrando ganar espacio en terrenos como la independencia económica, egreso de educación superior y en el mundo empresarial. Aunque es cierto que falta mucho por hacer.
“El CUAltos, es una institución donde hay respeto entre estudiantes, en lo cotidiano no se percibe como docentes discriminación y violencia. En otro ámbito, sabemos que en lo laboral, en cuestiones de remuneración, horas de trabajo y la elección de perfiles directivos y ambos mandos si se deja ver esa discriminación en Tepatitlán. Las áreas donde más ocupan a las mujeres es en intendencia o secretarias. En el medio de los empresarios ellas todavía enfrentan un patrón cultural, se tiene la idea que ellas no pueden cubrir ciertos perfiles”, expresó la académica de CUAltos en el reportaje publicado en la edición de este lunes 11 de abril en La Gaceta de la UdeG.
Recordó que en lo político ha habido avance. Incluso, Tepatitlán cuenta con dos mujeres diputadas (por la vía plurinominal) que primero se destacaron como empresarias, pero en los gabinetes municipales aún predominan los hombres.
“En otros terrenos, se está consintiendo que estos actos son cotidianos y que se puede hacer esta violencia y la emocional es la más fuerte. Tendríamos que estar en otra cultura para percibir que expresiones musicales de ese tipo no son lo sano, lo mejor o lo divertido. Y aunque estemos empoderadas económicamente los medios nos ven de bajo perfil o nosotras nos debilitamos”, agregó.
Es decir, paradójicamente, aunque la cultura machista sigue arraigada en Tepatitlán en la forma de educar a niñas y niños y no se rompen esos paradigmas, en los rubros profesionales sí ha habido cada vez más logros, por lo cual Macías González considera que hay esperanza.
