*Por Alejandra González Álvarez | @KioscoInfo | 28 de abril de 2018
Esta es una leyenda familiar, el relato se ha pasado de generación en generación. Se trata del abuelo de mi abuelita paterna, el Señor José Parra, de quien se dice que era mago y quien vivió en la época de finales del siglo XIX.
El Señor José Parra era originario de mi pueblo San José de las Flores, Municipio de Zapotlanejo, Jalisco, sus padres enviaron a estudiar al Seminario Diocesano de Guadalajara, con la intención de que se hiciera sacerdote, pero se vio en la necesidad de salirse porque en ese tiempo el gobierno cerró los lugares de culto.
Vivió algunos años en algún poblado al occidente de Guadalajara, donde radicaban algunos indígenas, encontró y se enamoró de una mujer originaria del lugar, con quien se casa y después se regresa a radicar a su pueblo natal, yéndose a vivir a la ranchería de Corralillos, perteneciente a San José de las Flores.
La leyenda familiar consiste en que al Señor José Parra, se le atribuían poderes mágicos; se dice que en más de una ocasión llegó a hacer sus trucos de magia y todos los tomaban por ciertos, pues les hacía creer lo que él les decía.
Se cuenta que en una ocasión a un maritatero (*) que vendía ollas, cazuelas, platos y jarros de barro y quien recorría las rancherías en su burro cargado con sus guacales, el señor José Parra le preguntó ¿qué lleva en su guacal?, y este le respondió que traía loza de barro, pero éste le dijo que no era cierto, porque en ese guacal traía puras culebras. Cuando el maritatero miró su mercancía, sólo vio culebras, provocando que se asustara y la arrojara al suelo, quebrando todas sus cosas; el Señor José después de hacer su travesura, le pagó al maritatero toda su mercancía.
Se cuenta también que a las señoras de su tiempo también las hacía caer en sus trucos, haciéndolas creer que en vez de arracadas traían alacranes en sus orejas; ni su familia escapaba de sus trucos, les hacía caer en sus ilusiones.
En una ocasión a su bella esposa también le hizo creer que en lugar de tener en la cazuela la comida que estaba preparando, lo que había era solamente barro; incluso, cuando fue seminarista, llegó a jugarle varios trucos a sus compañeros, ocasionándole regaños y llamadas de atención por parte de los sacerdotes encargados del lugar.
Pero no por eso dejaba de hacerlo, en una ocasión a uno de sus compañeros le hizo creer que su cama estaba llena de arañas, cuando en realidad no había absolutamente nada y la cama estaba intacta; a otro le dijo que su misal estaba totalmente en blanco, que las palabras se habían borrado, cuando éste revisa su misal no encuentra ninguna palabra escrita, aunque los demás veían que estaba en perfectas condiciones.
Otra cosa que se cuenta de él, es que calaba su caballo sobre la balaustrada del puente que se llama de las cuentas, ubicado en la salida de Zapotlanejo, rumbo a Guadalajara, siendo esta una gran hazaña de valor pues esta balaustrada era algo angosta. Cabe aclarar que calar el caballo es hacerlo correr a toda velocidad, frenarlo y que camine hacia atrás.
Como éstas hay muchas historias del Señor José Parra, quien en su época los pequeños trucos de ilusión que lograba, hacía creer a la gente lo que él decía y eran tomadas como grandes hazañas porque eran cosas que realmente sucedían, aunque no hacía otra cosa más que jugar con la mente de las personas.