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20 segundos bastaron para subir al cielo: Tepatitlán campeón | CRÓNICA

Julio Ríos | @julio_rios | 18 de diciembre de 2017

El último minuto también tiene 60 segundos. Esta frase la acuñó la leyenda de la crónica deportiva, don Fernando Marcos, en el mundial de Chile, en 1962.  Y en la tarde lluviosa del 16 de diciembre de 2017, esa que la afición azulgrana jamás olvidará, se vivió un ejemplo claro del viejo adagio.

E incluso, se necesitaron menos de los 60 segundos para la hazaña. Bastaron 20 segundos. En menos de medio minuto, el Irapuato se derrumbó. Y el Tepatitlán se subió a la gloria.

Los azulgranas habían intentado de todo. Pero se les negaba el gol del empate en el marcador global de la gran final de la Liga Premier del Futbol Mexicano. Un tiro que hizo crujir el travesaño.  Otro disparo que salió rosando el poste.  El Tepa no podía. Se le negaba ese tanto que les abriera la puerta del cielo.

Al reloj de arena le quedaban pocos granitos. Última jugada del encuentro. El marcador global, era adverso al equipo del pueblo. La Trinca metió el camión atrás.  Y el árbitro ya tenía el silbato en la boca para pitar la conclusión.

Fue entonces cuando Daniel Aguiñaga, tomó el balón y lo tocó de primera intención a “Pepe” Ruiz, quien apenas lo recibió y lo cedió al oriundo de Jalostotitlán, Fabricio Díaz, quien estaba pegado a la banda y en una jugada de pared le regresó la pelota al mismo “Pepe” que ya había ingresado al área fresera.

Y ahí, a unos pasos, llego desde atrás, el defensa Alan Soria. “Pepe” lo miró, le pasó el balón, y Soria, de frete al arco, sin pensarlo, sin controlar el esférico, lo punteó. Raso y potente. Y cuando el arquero del Irapuato, Nemer Lajud, reaccionó, intentando arañar la bola, ya era muy tarde.

En el último aliento, el Tepa mandó el encuentro a tiempo extra. Y la afición lo gritó con todo. Baños de cerveza. Vasos volando por el aire. Miles de personas saltando. Abrazos. Euforia. Era increíble: el Tepa acariciaba la gloria. Con el rosario en la mano. El empate, con sabor a triunfo inminente.

Fueron 20 segundos para cambiar la historia. A esas alturas, los casi diez mil espectadores tenían ya el corazón afuera del pecho. Lo sujetaban en sus manos. Y el Tepa se los hizo explotar.

Un cuarto de siglo de espera

La afición tuvo que esperar un cuarto de siglo para que el Tepa se volviera a coronar. Los azulgranas, ascendieron en 1986 de Tercera División a la Segunda División B, que era el equivalente a lo que hoy es la Premier. Más arriba estaba la Segunda A, que equivale a lo que hoy es el Ascenso MX y hasta arriba, la Primera División, que hoy es la Liga MX.

En la Segunda B, Alteños Tepatitlán solía ser un equipo animador. Además de que protagonizaban encarnizados clásicos con el Industrial, otro tradicional club de Tepatitlán.

“El equipo del pueblo”, acudió a varias liguillas (que eran en formato de grupos y no eliminación directa), como en la temporada 87-88 (donde enfrentó a los Tuzos del Pachuca, a su archirrival el Industrial y al Bachilleres), en la 88-89, (contra Cachorros, Zacatecas y Bachilleres, que a la postre se coronó), en la 89-90 (en la que quedó en cuarto sitio) y en la 90-91 (ubicándose en séptimo).

Fue en la temporada 1991-1992, cuando el Tepatitlán culminó una serie de temporadas exitosas, al llegar a la liguilla de nuevo y encaramarse en la gran final.

Los Alteños, habían quedado en cuarto sitio de la tabla general con 43 puntos. Los ocho finalistas fueron divididos en dos grupos para jugar un round robin y los dos líderes de cada sector disputarían la final. En esta ronda final, el Tepa fue líder del grupo B, con 11 puntos, superando al Tapatío por diferencia de goles.

De ese modo,  los azulgranas avanzaron en aquella ocasión a la Gran Final de la Segunda B, contra el superlíder Zitlaltepec. En el primer partido realizado en el Estadio Gregorio “Tepa” Gómez, el 3 de mayo de 1992, los Alteños ganaron 2 a 1.

En el juego de vuelta, en San Juan Zitlaltepec, Estado de México, en el Estadio Alfredo del Mazo Vélez, el 10 de mayo, se dio la campanada: el Tepa goleó 6 a 0 al Zitlaltepec y se coronó campeón de la Segunda División B.

El Tepa ascendió a la Segunda A, que luego cambiaría su nombre a Segunda Nacional y posteriormente a Primera A. Ahí, los azulgranas se rosarían durante dos temporadas con equipos de prosapia, como Toros Neza, Tampico Madero, Irapuato, La Piedad, Celaya, Yucatán, Cobras de Ciudad Juárez, Gallos Blancos de Querétaro y Zacatepec.

En esa época, en el Tepa desfilaron estrellas como Julio Miranda, Javier Pimentel, Juan Roldan, Antonio de León, José Santos Llamas, Renato Mendoza, Ricardo Vélez, Jorge Adrián Sosa, Jorge Armando Coronel, Julio Jaramillo, Jorge “El Caritas” Navarro, Ricardo Cruz Verde Julio César Lozano y Gustavo Gutiérrez Orozco y los brasileños Ailton Batista y Vital da Souza (quien fue subcampeón goleador en la temporada 93-94).

Incluso los azulgranas, jugaron la liguilla por el ascenso a la Primera División en abril de 1994. Fueron eliminados por el Yucatán, por el criterio de mejor posición en la tabla, ya que empataron sin goles en el “Tepa” Gómez e igualaron a un gol en el estadio Carlos Iturralde.

Desde ese entonces, ya no se habían vivido glorias en el Estadio “Tepa” Gómez. Para la temporada 1994-1995, la Segunda Nacional cambió su nombre a Primera “A”, y la franquicia de Tepa fue vendida y trasladada a Acapulco.

Pasaron tres años para que el Tepa renaciera, en Tercera División, luego que el ayuntamiento rentó una franquicia a la CROC, y en la temporada 98-99 los azulgranas volvieron a emocionar a su afición, de nuevo dirigidos por Vicente Casillas y con Neto de la Torre como una de sus estrellas (hoy forma parte del cuerpo técnico). Pero no igualaron las épocas doradas del Equipo del Pueblo.

Fue en 2015, cuando el equipo cambia de dueño y es adquirido por el empresario Manuel Lobato y se adquiere la franquicia en Segunda División, sin desaparecer al equipo de Tercera. Comienza la remodelación del Estadio “Tepa” Gómez y los azulgranas retoman su papel como protagonistas.

Hace apenas unos meses, se anunció la llegada como director deportivo, de Raúl Arias, ex técnico del Necaxa (recordado por derrotar al Real Madrid en el Mundial de Clubes), y de Enrique López Zarza, ex entrenador de Pumas, como técnico del equipo. La afición se ilusionó. El reto era devolver al Tepa aquella mística de sus años dorados.

Y la gloria, llegó más pronto de lo que se esperaba…

Como un guión de cine

Tarde lluviosa en Tepatitlán. Largas filas para ingresar al estadio. El boleto en la mano y la ilusión en el alma. Operativo especial de la policía. Cámaras de televisión y reporteros de medios como el Esto o hasta ESPN, así como el equipo de producción de la Liga Premier. Y en los palcos, los directivos y también los políticos. El alcalde Hugo Bravo, y parte de su gabinete se subieron a la euforia de la Tepamania que invadió la ciudad.

En el juego de ida, el Irapuato había ganado 1-0 en el estadio Sergio León Chávez.  Pero los jugadores azulgranas lo habían prometido: vamos a remontar y vamos a ganar.

“En Tepa tenemos muchos huevos”, gritaba un viejo en la tribuna, confiado en que se daría el milagro. El calor de la afición contrastaba con el clima nublado. Las gargantas flameaban cantando. “Y te voy a querer, pum, pum, pum. Toda la vida. Pum, pum, pum. Yooooo soy del Tepa”,  entonaban a ritmo de batucada los integrantes de la Porra Húngara agitando los “trapos” azulgranas.

Salieron entonces los modernos gladiadores. Los del Tepa, vestidos de azul y rojo, por ser locales. El Irapuato, de blanco con rojo, jugaba su tercer final seguida. El destino le tenía preparada una amarga conclusión del encuentro: tres finales jugadas, tres perdidas. Al estilo del Cruz Azul.

Las copas de campeón y subcampeón fueron colocadas al centro del campo para que los jugadores supieran, una vez más, que la gloria estaba en juego. Y mientras, sonaba el poco agradable himno oficial de la Liga Premier. El dios Tlaloc, también se detuvo para permitir que la afición disfrutara del partido.

La Trinca, se concentró en defender hombre a hombre y presionando fuerte. Tocó a los pupilos de López Zarza hacer el gasto. “Chava” Ojeda, habilidoso mediocampista del Tepa, sin embargo, estaba siendo superado físicamente por el colombiano Duvier Díaz y eso dificultaba las cosas.  Además el fresero Jonatan Valdivia, puso en aprietos a la defensa azulgrana en varias jugadas.

Al minuto 20, “Chava” Ojeda cobró un tiro de esquina que remató de cabeza José “El Pepe” Ruiz, para techar al portero fresero Nemer Lajud. El Tepa se puso arriba 1 a 0 en el parcial, y por ende, empató el marcador global.

Irapuato, intentó reaccionar. Pero afortunadamente el portero Jesús Montoya, salió inspirado, y logró sacar un disparo de Jonathan Valdivia, que iba para adentro.

En el segundo tiempo, el Tepatitlán comenzó a bajar el ritmo y lo retomó ya pasado el minuto 60.  Incluso,  al 65, Moisés Ramos, dejó escapar el 2 a 0 que habría sepultado al Irapuato. Su disparo pasó a centímetros del poste.

El Tepa perdonó demasiado. Y ese pecado le costó caro, pues al minuto 73 La Trinca en un contragolpe se puso al frente del global, 2 a 1, con tanto de José Guzmán, quien recibió un pase cruzado y de primera intención, prendió la pelota de forma fenomenal para silenciar a las diez mil almas con tamaño golazo.

El Tepa intentó recuperarse, pero un tiro de Oscar Saavedra que hizo crujir al travesaño y otro que pasó a centímetros del poste, dieron más dramatismo al encuentro.  El encuentro agonizaba. Faltaba la última jugada del partido. Y los dioses del futbol tenían reservado el mayor de los regalos para la fiel afición tepatitlense.

Vino el milagro

Era ya el final. El nazareno se había llevado el silbato a la boca. Y fue entonces, cuando el Tepa encontró el premio a su constancia. A base de rabia. De Tesón. De corazón.

El gol tuvo que venir de quien menos se esperaba: Alán Soria, defensa que se incorporó al ataque. Ni el mejor guionista cinematográfico lo habría escrito de esa forma. Era como estar en una caricatura de los supercampeones, pero con guerreros de carne y hueso.

Eso era lo único que se necesitaba. Con un empate así, ya nadie se repone. El Irapuato quedó desmoronado psicológicamente. Y la sensación en la atmósfera era que el Tepa tenía ya en la bolsa el campeonato.

En los tiempos extras no se hicieron daño. No faltó la polémica arbitral, cuando un defensa del Tepa pareció cometer mano en el área. Pero el árbitro dejó correr la jugada. Los freseros se le echaron encima. En contraste, lo que sí hizo el juez central fue expulsar al duro defensa colombiano Duvier Díaz. Irapuato terminó el encuentro con diez hombres y la moral muy baja. En contraste, el Tepa ya estaba encaramado en las nubes.

Ya sólo faltaba sortear el obstáculo de los penalties.  El portero azulgrana Jesús Montoya coronó una gran actuación, parando un penal. Los pupilos de López Zarza no fallaron y de forma dramática, 5 a 3, se llevaron la copa a sus vitrinas.

Los jugadores se fundieron en un abrazo y corrieron a dedicarle el triunfo a la incondicional Porra Húngara, quienes bailaban y cantaban en las tribunas, empapados en cerveza, ondeando los “trapos” de color azul y rojo.

“Estuvimos a 20 segundos de estar tristeando… pero nos tocó el reverso de la medalla. Y ahora únicamente planificar bien lo que va a ser el siguiente torneo y trabajar como lo hemos venido haciendo con mucha ilusión de hacer algo importante y ojalá se nos diera un siguiente campeonato para poder tener el ascenso directo”, señalaba López Zarza, a una reportera de la Liga Premier.

“Muy bien, muy alegre,  contento de ver que en un sacrificio que hice durante meses culmina en un campeonato, sufrido, peleado, un digno rival, pero dimos un poco más que ellos para poder levantar la copa”, agregó Jesús Montoya, portero del Tepatitlán.

Y de pocas palabras, el goleador Antonio Torres, pieza fundamental del equipo en esta temporada de ensueño, también habló emocionado, con su niña entre los brazos: “Muy difícil la verdad, gracias a Dios logramos conseguir el campeonato. Es algo inigualable, inexplicable tanta emoción”

Y mientras la cancha y las tribunas del “Tepa” Gómez estallaban de júbilo, Leonidés Tejeda, masajista del equipo, el que más años tiene de trayectoria en el futbol mexicano, regalaba otra gran estampa al mostrar a la afición una imagen de quien para él, fue el principal artífice del campeonato: el Señor de la Misericordia, patrono de la ciudad.

Y es que, como ya lo había escrito Juan Villoro. Dios es redondo.

Dios es redondo, y nunca se acuerda del Necaxa, decía el mismo Villoro. Equipo al que por cierto, dirigió Raúl Arias, quien hoy está al frente del Tepa.

Dios es redondo.  Sí.  Y hoy se acordó del Tepa.

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