Cinthya Gómez | @escriboenlaluna
22 de agosto de 2016.- Ni siquiera lo soñó de niña, pero un día, por azares del destino, los planes de Patricia Zavala Gómez de convertirse en médico militar la llevaron a convertirse en bombero.
Un 27 de septiembre de 1997, Paty entró a trabajar en el Cuerpo de Bomberos de Tepatitlán. En aquél entonces tenía 17 años. Y aunque hoy tiene 36 años, su espíritu de servicio como “tragahumo” del sexo femenino está más vigente que nunca. Hoy, al grado de Sargento Segundo, dentro de la corporación.
La novedad, es que ha sido de las pocas mujeres que se han dedicado de tiempo completo al Cuerpo de Bomberos de Tepatitlán.
“Voy a cumplir 19 años en bomberos, el 27 de septiembre. Fue algo que no tenía planeado. Ni lo había soñado de niña. Entré por un curso de primeros auxilios y me gustó el área bomberíl, y pues heme aquí”.
En estos casi 20 años de servicio como operativo de una de las dependencias de emergencias del municipio, a Paty le ha tocado ser testigo de la evolución de la conciencia de la sociedad tepatitlense respecto a la prevención y control de accidentes. Sin embargo sigue habiendo un rezago.
“Hemos mejorado respecto a la prevención. Pero nos hemos confiado en el “a mi no me va a pasar” nos falta tomar más conciencia en el hogar. Es nuestro refugio, y no es cierto que ahí nada nos va a pasar”.
Machismo, prueba superada
Por ser mujer, Patricia ha tolerado durante este tiempo, críticas y tratos machistas de compañeros y de la sociedad en general; pero eso si, su desempeño no se ha diferenciado en nada al ejercido por los bomberos varones.
“A mi me tocó entrar en una etapa muy difícil hace 19 años. El machismo imperaba. Se preguntaban ¿Cómo una mujer va a hacer lo mismo que yo? Poco a poco se fue aceptando. No sólo en bomberos, en toda la sociedad ha sido más aceptada la mujer. Los trabajos que antes hacían sólo los hombres, hoy ya son ocupados en su mayoría por mujeres. El que haya mujeres en Bomberos es esencial. Somos la parte sensible”.
“Yo creo que es como cualquier otro bombero. No al 100 por ciento igual, pero si llevamos muchas labores parecidas. La limpieza de nuestras áreas. Yo estoy en la cabina de comunicaciones, por que por una lesión que tuve ya no pude estar activa al cien por ciento en el área operativa. Pero ha habido ocasiones en las que aún así nos vamos. Hacemos de todo. Cocinamos. Arreglamos los equipos, los cocemos”, comenta.
Bombero 24/7
El haber logrado esa igualdad de genero en una actividad tan ligada al sexo masculino como la del bombero, también tuvo otra cara: un estilo de vida con sacrificios.
Para dedicarse de tiempo completo a esta actividad, Patricia tuvo que dejar de lado muchas actividades y dejar pasar momentos a lado de su familia.
“Es más difícil para una mujer estar aquí, por que sacrificas a tu familia, tus fiestas, cumpleaños, navidades, años nuevos. Ahí está la verdadera vocación. Es un trabajo de todo el día. Por que a la hora que te hablen tienes que ir a servir. A veces desayunas-comes-cenas por que no tienes tiempo, no todo el tiempo, pero si la mayor parte”.
Bomberos es para Paty, su segunda familia. Su trabajo ahí es casi exclusivo. Y aunque también están sus actividades en casa, la mayor parte del tiempo se lo dedica al servicio de las emergencias de Tepatitlán.
“Yo me considero parte de ellos ya me consideran igual que ellos. Aunque soy una mujer, llevo una buena convivencia. Así es como en todas las familias. Ellos son mi otra familia”.
Pero también se da su tiempo. Cuando no está en el edificio de la calle Morelos, atendiendo los servicios, monitoreando los estados del clima o zurciendo algún equipo, Paty es Paty. La que se dedica a su casa, a su padre y a sus sobrinos.
El valor de una vida vs bienes materiales
Su primer servicio la marcó de por vida. Recuerda que iba a bordo de una ambulancia. En aquél accidente que atendió, falleció un menor de edad. Y a pesar de los años y la cantidad de servicios que se han acumulado, la imagen de aquél niño muerto, nunca la ha podido sacar de su cabeza.
Por eso, el ser bombero le ha llevado a ver la vida desde otra perspectiva: La de valorarla como un bien irrecuperable.
“Lo que más ha cambiado ha sido mi forma de ver la vida. Me he hecho más sensible, aunque también he agarrado fortaleza. Pero uno madura a través de los golpes. La pérdida de un ser querido no se supera, y ya después están los bienes, que sales un día en la mañana y por la tarde te das cuenta que ya no hay nada, y en un chispazo se va todo lo que tenías en casa”.
Humo amargo, humo dulce
En este trabajo, la congoja de unos es el trabajo de otros. De eso se encargan los elementos de emergencias y prevención, como los paramédicos, policías y en este caso, los bomberos.
“Se va a escuchar mal, pero nosotros siempre esperamos que haya algo. Gracias a Dios no lo hay todos lo días. Ese es un beneficio para la ciudadanía, porque cuando nosotros trabajamos alguien pierde algo, pero si, como bombero, siempre esperas que haya algo”.
Como cualquier trabajo, el ser bombero le ha dejado buenos y malos sabores de boca. Y aunque los momentos gratificantes han sido contados, estos han sido buenos.
Más que un salario, la paga más valorada en la institución es el agradecimiento de las personas.
“Que te agradezcan no tiene valor económico, es más el valor sentimental. El gracias siempre es bien recibido. Porque nosotros hacemos nuestro trabajo sin esperar a que nos lo gratifiquen. Pero cuando lo hacen es muy bonito”.