Francisco Jiménez Reynoso | @jimenezabogado | 10 de enero del 2018
Una de las preocupaciones que más tenemos quienes somos padres de familia es velar por el bienestar integral de nuestros hijos, y esto va desde lo más lo más elemental como que se puedan desarrollar en un ambiente armónico desde su entorno ecológico, evitando la transgresión de sus derechos ecológicos básicos, hasta los más crueles y degradantes, como podrían ser ataques contra su persona y dignidad, por ejemplo el acoso sexual y la posible consumación de un delito de esta naturaleza.
Sirvan las siguientes, para quienes las lean puedan prevenir posibles desgracias en contra de sus niños, ya que en la mayoría de los casos, los daños pueden ser irreversibles en el aspecto psicológico y/o físico.
Se considera abuso sexual infantil, toda conducta en la que un menor es utilizado como objeto sexual por parte de otra persona con la que mantiene una relación de desigualdad: ya sea en relación a la edad, madurez o el poder.
En realidad se trata de un problema universal que está presente, de una u otra manera, en todas las culturas y sociedades y que constituye un complejo fenómeno resultante de una combinación de factores individuales, familiares y sociales.
El abuso sexual es una experiencia fuerte y es vivido por la víctima como un atentado contra su integridad física y psicológica, y no tanto contra su sexo, por lo que constituye una forma más de victimización en la infancia, con secuelas parcialmente similares a las generadas en casos de maltrato físico, abandono emocional, solo por mencionar algunos ejemplos.
Es importante destacar que si la víctima no recibe un tratamiento psicológico adecuado, el daño puede continuar incluso en la edad adulta.
Predomina que los abusadores sean varones entre un 80 y un 95 % de los casos de tipo heterosexual, que utilizan la confianza, familiaridad, y el engaño, como estrategias más frecuentes para someter a sus víctimas.
Por otro lado, la media de edad de la víctima ronda entre los 8 y 12 años, edades en las que se producen un tercio de todas las agresiones sexuales. El número de niñas que sufren abusos es entre 1,5 y 3 veces mayor que el de niños.
Los niños con mayor riesgo de ser objeto de abusos son los siguientes: Aquellos que presentan una capacidad reducida para resistirse o para categorizar o identificar correctamente lo que están sufriendo, como es el caso de los niños que todavía no hablan y los que tienen retrasos del desarrollo y discapacidades físicas y psíquicas.
Aquellos que forman parte de familias desorganizadas o reconstituidas, especialmente los que padecen falta de afecto que, inicialmente, pueden sentirse halagados con las atenciones del abusador. Aquellos que son, víctimas de maltrato.
Los abusos a menores de edad se dan en todas las clases sociales, ambientes culturales o razas. También, en todos los ámbitos sociales.
Así las cosas estimados lectores, quienes tenemos el privilegio de tener a un menor, debemos siempre estar al pendiente de en donde está, con quien, y escucharlos atentamente sobre sus vivencias, con la finalidad de evitar posibles tragedias que son de carácter irreparable.