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Enrique Peña Nieto anunciando los cambios en la Secretaría de Cultura y en la Cancillería. Foto: Gobierno de la República

Compendio de trabalenguas para defender el gasolinazo | OPINIÓN

Julio Ríos | @julio_rios | 07 de enero de 2017

Parece una ironía. Pero el anuncio que hizo Enrique Peña Nieto para intentar atemperar los ánimos por la crispación social alrededor del aumento del combustible, resultó como echarle una cubeta de gasolina a la lumbre. En dos ocasiones salió  Peña a intentar justificar el incremento. Pero lo único que logró es que se multiplicara la inconformidad.

Uno de los grandes errores de Peña, fue prometer, en 2015, que ya no habría más gasolinazos. Lo hizo para festejar con bombo y platillo la aprobación de sus reformas estructurales, las cuáles, de acuerdo con expertos como el investigador de la Universidad de Guadalajara, Jaime Tamayo, regresaron a México a la época del porfirismo.

Primero, Peña Nieto afirmó que la decisión de incrementar la gasolina nada tenía que ver con la reforma energética ni la hacendaria. Sin embargo, de acuerdo con el coordinador de los diputados de Movimiento Ciudadano, Clemente Castañeda, el 44 % del costo de cada litro de gasolina son puros impuestos y eso es producto directo de la reforma hacendaria.

Además, la liberalización de precios obedece a  la reforma energética.  Para que esa liberalización fuera posible, debía suprimirse el precio artificial que tenía la gasolina (eliminando subsidios) y así poder competir con las gasolinas del resto del mundo que ahora podrán ser importadas a nuestro país.

¿Pero cómo va a ser una competencia pareja la de la gasolina mexicana con las gasolinas extranjeras, cuando la nacional ni siquiera se refina aquí y eso añade un sobrecosto y cuándo se le aplica un impuesto (el famoso IEPS) que no existe en otros países?

En el mensaje de la noche de Reyes, Peña Nieto además afirmó que el anterior presidente, Felipe Calderón desperdició un billón de pesos subsidiando la gasolina, ante lo cual el panista ha guardado silencio. Dijo que eso era posible porque en esos tiempos había bonanza petrolera y un alto precio del barril. Pero antes de eso, en el mismo mensaje, había dicho que el gasolinazo se debió a factores externos, debido a que el petróleo se elevó en su costo.  Esto fue tomado como un atentado a la inteligencia de los medianamente informados.

Es decir: ¿Entonces el alto precio del petróleo es benéfico –como cuándo daba para subsidiar- o es negativo porque provoca gasolinazos? Todo ésto parece un trabalenguas. Y también suena raro que se argumente un alza del petróleo cuando en varios mercados va a la baja. Por ejemplo, apenas hace unos días, a fines del 2016, el departamento de Energía de Estados Unidos reportó que el precio del petróleo intermedio de Texas (WTI) descendió 1.52 % .

Lo que también causó críticas, es que Peña pidió a los mexicanos apretarse el cinturón ante los tiempos de carestía que se avecinan. Sin embargo, no ofreció sacrificio alguno de parte del gobierno como un gesto de solidaridad. Ya en su segundo mensaje, reculó y anunció que el Gobierno Federal recortó 190 mil millones de pesos al presupuesto y disminuyó 10 % los salarios de los funcionarios. Aún así, a muchos les pareció mínimo, considerando que el presupuesto total es muchísimo más.

El problema es que la clase política parece poco dispuesta a dejar de recibir sus canonjías: secretarías, celulares, vehículos, telefonía, comidas en restaurantes. No parece que esa burguesía pretenda sacrificarse. Ni los partidos políticos renuncian a sus millonarias prerrogativas, ni tampoco los consejeros del Instituto Nacional Electoral se ruborizan por ese lujoso edificio de mil 100 millones de pesos y por haber cobrado casi medio millón de pesos cada uno en diciembre de 2016. Y a los diputados federales tampoco les duele el corazón al repartirse excedentes presupuestales con bonos navideños de 150 mil pesos para cada uno, tal y como lo hicieron en diciembre pasado. Con la excepción de los legisladores de Morena, Movimiento Ciudadano y el independiente Manuel Clouthier).

Peña afirmó que seguir subsidiando la gasolina representaba un gasto de 200 mil millones de pesos y habría paralizado a diversas instituciones. Quizá tiene razón. Como también la tiene el investigador de la UdeG, Martín Romero Moret (uno de los más prestigiados) quien señala que con recortes de gastos superfluos se podría compensar el monto que representaría  eliminar el IEPS. Es decir, el  3.5 % del presupuesto total.

Por último, Peña Nieto se quejó durante la celebración del día de la enfermera, de que el gasolinazo está siendo aprovechado por organizaciones y partidos políticos para sacar ventaja y buscar culpables, en clara alusión a Andrés Manuel López Obrador. En Jalisco, los priistas reclamaron lo propio al decir que esta situación es explotada por “gobernantes populistas”, refiriéndose a Enrique Alfaro. ¿No será que más bien el tricolor con sus yerros le está poniendo a sus opositores balones en el área chica y sin portero para rematar a gol sin complicaciones?

Lo cierto, es que lejos del trabalenguas y la falta de autocrítica, este triste capítulo del gasolinazo, tal y como comentó hace unos días el diputado independiente, Pedro Kumamoto, es una oportunidad que podemos aprovechar, para cuestionarnos si queremos un modelo en el que sigamos dependiendo del petróleo.

 

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